Mg. José Andrés Cuadros Del
Carpio
A
manera de Introducción de los mensajes de la Virgen María en Medjugorje
Sacado
de: http://www.medjugorje.ws/es/
(
Mensaje del 24 de febrero de 2016 )
“Deseo
guiarlos y mostrarles la alegría a la que Yo deseo conducirlos a cada uno de
ustedes. Por tanto, queridos hijos, oren y abandónense totalmente a Mí.”
“Queridos
hijos, mi Hijo ha sido fuente de amor y de luz, cuando en la Tierra habló al
pueblo de todos los pueblos. Apóstoles míos, seguid su luz. Esto no es fácil:
debéis ser pequeños, debéis aprender a haceros más pequeños que los otros, y
con la ayuda de la fe, llenaros de Su amor. Ningún hombre en la tierra, sin fe,
puede vivir una experiencia milagrosa. Yo estoy con vosotros; me manifiesto a
vosotros con estas venidas, con estas palabras; deseo testimoniaros mi amor y
mi preocupación maternal. Hijos míos, no perdáis el tiempo haciendo preguntas a
las que nunca recibís respuesta: al final de vuestro viaje terreno os las dará
el Padre Celestial. Sabed siempre que Dios lo sabe todo, Dios ve y Dios ama. Mi
amadísimo Hijo ilumina las vidas y dispersa la oscuridad; y mi amor materno,
que me trae a vosotros, es indescriptible, misterioso, pero es real. Yo expreso
mis sentimientos hacia vosotros: amor, comprensión y afecto maternal. De
vosotros, apóstoles míos, busco las rosas de vuestra oración, que deben ser obras
de amor; estas son para mi Corazón maternal las oraciones más queridas, y yo se
las presento a mi Hijo, que ha nacido por vosotros. Él os ve y os escucha;
nosotros siempre estamos cerca vuestro. Este es el amor que llama, une,
convierte, alienta y llena. Por eso, apóstoles míos, amaos siempre los unos a
los otros, pero, sobre todo, amad a mi Hijo: este es el único camino hacia la
salvación y hacia la vida eterna. Esta es mi oración más querida que, con el
perfume más hermoso de rosas, llena mi Corazón. Orad, orad siempre por vuestros
pastores, para que tengan la fuerza de ser la luz de mi Hijo. ¡Os doy las
gracias! ”
En
la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a
Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha
ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La
aparición comenzó a las 14:20, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente
mensaje:
“Queridos
hijos, hoy en este día de gracia, de manera especial los invito a orar por la
paz. Hijos, yo he venido aquí como la Reina de la Paz y los he invitado muchas
veces a orar por la paz. Pero hijos, sus corazones están inquietos. El pecado
les impide abrirse completamente a la gracia y a la paz que Dios desea darles.
Para vivir la paz, hijos míos, es necesario que ante todo tengan paz en
vuestros corazones y estar entregados por completo a Dios y a Su voluntad. No
busquen la paz y la felicidad en las cosas de este mundo, porque todo eso es
pasajero. Tiendan hacia la verdadera misericordia y paz que provienen solamente
de Dios, y solo de esa manera sus corazones estarán llenos de una alegría
verdadera; solo de esa forma ustedes podrán convertirse en testigos de la paz
en este mundo inquieto. Yo soy vuestra Madre e intercedo ante mi Hijo por cada
uno de ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
Mensajes
de la Virgen de Medjugorje Sacado de: http://www.medjugorje.ws/es/
“Hoy
los invito a vivir la paz en sus corazones y en sus familias. No hay paz,
queridos hijos, donde no hay oración; y no hay amor donde no hay fe.”
“Queridos hijos, por
voluntad de mi Hijo y por mi amor materno, vengo a vosotros, mis hijos, y
especialmente por aquellos que no han conocido el amor de mi Hijo. A vosotros
os doy mi amor materno y os traigo la bendición de mi Hijo. Vengo a vosotros
que en mí pensáis, que me invocáis. ¿Tenéis corazones puros y abiertos? ¿Veis
los dones, los signos de mi presencia y de mi amor? Hijos míos, en vuestra vida
terrena, actuad siguiendo mi ejemplo. Mi vida ha sido dolor, silencio y una
inmensa fe y confianza en el Padre Celestial. Nada sucede por casualidad: ni el
dolor ni la alegría, ni el sufrimiento ni el amor. Todas estas son gracias que
mi Hijo os da y que os conducen a la vida eterna. Mi Hijo pide de vosotros amor
y oración en Él. Amar y orar en Él –y yo como Madre os lo enseñaré–, significa:
orar en el silencio de vuestra alma, y no solo recitando con los labios. Este
es el gesto más pequeño y hermoso que podéis realizar en nombre de mi Hijo:
esto es paciencia, misericordia, aceptación del dolor y el sacrificio realizado
por los otros. Hijos míos, mi Hijo os mira. Orad para que vosotros también
podáis ver Su Rostro, para que este pueda ser revelado a vosotros. Hijos míos,
yo os revelo la única y auténtica verdad; orad para que podáis comprenderla y
para que podáis difundir el amor y la esperanza; para que podáis ser apóstoles
de mi amor. De manera especial, mi Corazón materno ama a los pastores; orad por
sus manos benditas. ¡Os doy las gracias! ”
“Queridos hijos! Hoy quiero
compartir con ustedes la alegría del Cielo. Ustedes, hijitos, abran la puerta
del corazón a fin de que en su corazón crezca la esperanza, la paz y el amor
que solo Dios da. Hijitos, están demasiado apegados a la Tierra y a las cosas
terrenales, por eso Satanás los agita como el viento lo hace con las olas del
mar. Por lo tanto, que la cadena de su vida sea la oración con el corazón y la
adoración a mi Hijo Jesús. Entreguen a Él su futuro para que en Él sean alegría
y ejemplo para los demás con sus vidas. Gracias por haber respondido a mi
llamado. ”
Ultimo Mensaje, Virgen
de Medjugorje - Aparición a Mirjana del 2 de Agosto del 2016
“Queridos hijos, he venido a
vosotros, en medio de vosotros, para que me deis vuestras preocupaciones, para
que las presente a mi Hijo e interceda ante Él por vosotros y vuestro bien. Sé
que cada uno de vosotros tiene sus preocupaciones, sus pruebas; por eso os
invito maternalmente: venid a la Mesa de mi Hijo. Él, por vosotros, parte el
pan, se da a vosotros, os da la esperanza. A vosotros os pide más fe, más
esperanza y más vitalidad. Pide vuestra lucha interior contra el egoísmo,
contra el juicio y las debilidades humanas. Por eso yo, como Madre, os digo:
orad, porque la oración os da la fuerza para la lucha interior. Mi Hijo, de
pequeño, me decía a menudo que muchos me habrían amado y llamado Madre. Yo,
aquí en medio de vosotros, siento amor y os doy las gracias. Por medio de este
amor, ruego a mi Hijo para que ninguno de vosotros, hijos míos, vuelva a casa
igual que antes, para que llevéis siempre más esperanza, misericordia y amor;
para que seáis apóstoles del amor, aquellos que con su vida testimoniarán que
el Padre Celestial es fuente de vida y no de muerte. Queridos hijos, nuevamente
y maternalmente os pido: orad por los elegidos de mi Hijo, por sus manos
bendecidas, por vuestros pastores, para que puedan predicar a mi Hijo siempre
con más amor, y así obrar conversiones. ¡Os doy las gracias! ”
“Hoy los invito a todos a
regocijarse continuamente por la vida que Dios les concede. Mis queridos hijos,
regocíjense en Dios el Creador, porque El los ha creado de manera tan
maravillosa.”
“Queridos hijos! Los miro y
los veo perdidos, y no tienen oración ni alegría en el corazón. Hijitos,
regresen a la oración y pongan a Dios en el primer lugar y no al hombre. No
pierdan la esperanza que les traigo. Hijitos, que este tiempo sea para ustedes,
buscar cada día más a Dios en el silencio de su corazón y oren, oren, oren
hasta que la oración se convierta en alegría para ustedes. Gracias por haber
respondido a mi llamado. ”
“Queridos hijos, mi
presencia viva y real entre vosotros, tiene que haceros felices, debido al gran
amor de mi Hijo. Él me envía entre vosotros para que con mi amor maternal os dé
seguridad, para que comprendáis que el dolor y la alegría, el sufrimiento y el
amor, hacen que vuestra alma viva intensamente; para invitaros nuevamente a
glorificar el Corazón de Jesús, el corazón de la fe: la Eucaristía. Mi Hijo,
día a día, a través de los siglos, retorna vivo en medio de vosotros, regresa a
vosotros, aunque en verdad, nunca os ha abandonado. Cuando uno de vosotros,
hijos míos, regresa a Él, mi Corazón materno exulta de alegría. Por eso, hijos
míos, regresad a la Eucaristía, a mi Hijo. El camino hacia mi Hijo es difícil,
lleno de renuncias, pero al final está siempre la luz. Yo comprendo vuestros
dolores y sufrimientos, y con amor maternal, enjugo vuestras lágrimas. Confiad
en mi Hijo, porque Él hará por vosotros lo que ni siquiera sabríais pedir.
Vosotros, hijos míos, debéis preocuparos solo por el alma, porque ella es lo
único que os pertenece en la Tierra. Sucia o limpia, la tendréis que presentar
ante el Padre Celestial. Recordad: la fe en el amor de mi Hijo siempre es
recompensada. Os pido que oréis, de manera especial, por quienes mi Hijo ha
llamado a vivir según Él y a amar a su rebaño. ¡Os doy las gracias!”
“¡Queridos hijos! Dad
gracias a Dios conmigo por el don de poder estar con vosotros. Orad, hijos
míos, y vivid los Mandamientos de Dios para que seáis felices en la Tierra.
Hoy, en este día de gracia, deseo daros mi bendición maternal de paz y de amor.
Intercedo por vosotros ante mi Hijo y os invito a perseverar en la oración para
que con vosotros pueda realizar mis planes. Gracias por haber respondido a mi
llamada.”
“Queridos hijos, como Madre
de la Iglesia, como vuestra Madre, sonrío mientras os veo venir a mí, cómo os
reunís en torno a mí y cómo me buscáis. Mis venidas entre vosotros son prueba
de cuánto el Cielo os ama. Ellas os muestran el camino hacia la vida eterna,
hacia la salvación. Apóstoles míos, vosotros que os esforzáis en tener un
corazón puro y a mi Hijo en él, estáis en el buen camino. Vosotros que buscáis
a mi Hijo, buscáis el buen camino. Él dejó muchos signos de Su amor. Él dejó
esperanza. Es fácil encontrarlo si estáis dispuestos al sacrificio y la
penitencia, si tenéis paciencia, misericordia y amor por vuestro prójimo. Muchos
de mis hijos no ven y no escuchan porque no quieren. No aceptan mis palabras ni
mis obras, pero mi Hijo, a través de mí, os invita a todos. Su Espíritu ilumina
a todos mis hijos en la luz del Padre Celestial, en la comunión del Cielo y la
tierra, en el amor recíproco. Porque el amor llama al amor y hace que las obras
sean más importantes que las palabras. Por tanto, apóstoles míos, orad por
vuestra Iglesia, amadla y haced obras de amor. Por cuanto haya sido traicionada
y herida, ella está aquí, porque proviene del Padre Celestial. ¡Orad por
vuestros pastores!, para que podáis ver en ellos la grandeza del amor de mi
Hijo. ¡Os doy las gracias!”.
“¡Queridos hijos! Mi
presencia es un don de Dios para todos vosotros y un estímulo a la conversión.
Satanás es fuerte y quiere poner desorden e inquietud en vuestros corazones y
pensamientos. Por eso, vosotros, hijos míos, orad para que el Espíritu Santo os
guíe por el verdadero camino de la alegría y de la paz. Yo estoy con vosotros e
intercedo ante mi Hijo por vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada”
“Hijos míos, mi Corazón
materno desea vuestra sincera conversión y fe firme para que podáis transmitir
el amor y la paz a todos aquellos que os rodean. Pero, hijos míos, no lo
olvidéis: cada uno de vosotros es un mundo único ante el Padre Celestial; por
eso, permitid que la obra incesante del Espíritu Santo actúe en vosotros. Sed,
hijos míos, espiritualmente puros. En la espiritualidad está la belleza: todo
lo que es espiritual está vivo y es muy hermoso. No olvidéis que en la
Eucaristía, que es el corazón de la fe, mi Hijo está siempre con vosotros,
viene a vosotros y parte el pan con vosotros porque, hijos míos, Él ha muerto
por vosotros, ha resucitado y viene nuevamente. Estas palabras mías vosotros
las conocéis porque son la verdad y la verdad no cambia; solo que muchos hijos
míos la han olvidado. Hijos míos, mis palabras no son ni antiguas ni nuevas,
son eternas. Por eso os invito, hijos míos, a mirar bien los signos de los
tiempos, a recoger las cruces despedazadas y a ser apóstoles de la Revelación.
¡Os doy las gracias!”
“Queridos hijos, mi Corazón
Inmaculado sangra al miraos a vosotros en el pecado y en hábitos pecaminosos.
Os estoy llamando: regresad a Dios y a la oración para que seáis felices en la
Tierra. Dios os llama a través de mí para que vuestros corazones sean esperanza
y alegría para todos los que están lejos. Que mi llamada sea un bálsamo para el
alma y el corazón a fin de que glorifiquéis a Dios Creador, que os ama y os
llama a la eternidad. Hijos míos, la vida es breve, aprovechad este tiempo para
hacer el bien. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
“Queridos hijos, no tengáis
corazones duros, cerrados y llenos de temor. Permitid a mi amor materno
iluminarlos y llenarlos de amor y de esperanza, para que yo, como Madre, pueda
atenuar vuestros dolores, porque los conozco y los he experimentado. El dolor
eleva y es la oración más grande. Mi Hijo ama de manera especial a los que
padecen dolores. Él me ha enviado para que os los atenúe y traeros esperanza.
¡Confiad en Él! Sé que para vosotros es difícil, porque a vuestro alrededor
veis cada vez más tiniebla. Hijos míos, es necesario aniquilarla con la oración
y el amor. Quien ora y ama no teme, tiene esperanza y amor misericordioso. Ve
la luz, ve a mi Hijo. Como apóstoles míos, os llamo para que intentéis ser
ejemplo de amor misericordioso y de esperanza. Siempre volved a orar para tener
el mayor amor posible, porque el amor misericordioso porta la luz que aniquila
toda tiniebla, porta mi Hijo. No tengáis miedo, no estáis solos: Yo estoy con
vosotros. Os pido que oréis por vuestros pastores, para que en todo momento
tengan amor, y actúen con amor hacia Mi Hijo, por medio de Él y en memoria de
Él. ¡Os doy las gracias!”
“Queridos hijos! Hoy os
traigo mi amor. Dios me ha permitido amaros y por amor llamaros a la
conversión. Hijos míos, vosotros sois pobres en el amor y aún no habéis
comprendido que mi Hijo Jesús por amor dio su vida para salvaros y daros la
vida eterna. Por eso orad, hijos míos, orad para que en la oración comprendáis
el amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
“Con un corazón materno
lleno de amor hacia vosotros, mis hijos, deseo enseñaros la plena confianza en
Dios Padre. Deseo que aprendáis a seguir la voluntad de Dios mirándoos y escuchándoos
interiormente. Deseo que aprendáis a confiar infinitamente en Su gracia y en Su
amor, como yo siempre he confiado. Por eso, hijos míos, purificad vuestros
corazones. Liberaos de todo lo que os ata únicamente a lo terrenal y permitid a
lo divino dar forma a vuestra vida a través de vuestra oración y sacrificio;
que en vuestros corazones esté presente el Reino de Dios; que comencéis a vivir
a partir de Dios Padre; que procuréis caminar siempre con mi Hijo. Y para todo
esto, hijos míos, debéis ser pobres en espíritu y estar llenos de amor y de
misericordia. Debéis tener corazones puros y simples, y estar siempre
dispuestos a servir. Hijos míos, escuchadme, hablo en nombre de vuestra
salvación. ¡Os doy las gracias!”
“Queridos hijos, mi venida
en medio de vosotros es un regalo del Padre Celestial para vosotros. Por Su
amor, vengo a ayudaros a encontrar el camino hacia la verdad, a encontrar el
camino hacia mi Hijo. Vengo a confirmaros la verdad. Quiero recordaros las
palabras de mi Hijo. Él ha pronunciado palabras de salvación para todo el
mundo, palabras de amor para todos, amor que demostró con Su sacrificio. Pero
también, hoy muchos de mis hijos no lo conocen, no desean conocerlo, son
indiferentes. A causa de vuestra indiferencia mi Corazón sufre dolorosamente.
Mi Hijo ha estado siempre en el Padre. Al nacer en la Tierra, traía lo divino,
y de mí adquirió lo humano. Con Él llegó a nosotros la Palabra. Con Él llegó la
luz del mundo, que penetra en los corazones, los ilumina y los llena de amor y
de consuelo. Hijos míos, todos los que aman a mi Hijo lo pueden ver, porque Su
rostro se ve en las almas que están llenas de amor hacia Él. Por lo tanto,
hijos míos, apóstoles míos, escuchadme: dejad la vanidad y el egoísmo, no
viváis solo para lo terrenal, lo material. Amad a mi Hijo y haced que los demás
vean Su rostro por medio de vuestro amor por Él. Yo os ayudaré a conocerlo
siempre más y os hablaré de Él. ¡Os doy las gracias!”
“Queridos hijos, en este
tiempo de gracia os invito a todos a la conversión. Hijos míos, vosotros amáis
poco y oráis aún menos. Estáis perdidos y no sabéis cuál es vuestro propósito.
Tomad la cruz, mirad a Jesús y seguidle. Él se entrega a vosotros hasta la
muerte en la cruz, porque Él os ama. Hijos míos, os invito a regresar a la
oración con el corazón, para que en la oración podáis encontrar la esperanza y
el sentido de vuestra existencia. Yo estoy con vosotros y oro por vosotros.
¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
“Queridos hijos, os he
invitado y os invito nuevamente a conocer a mi Hijo, a conocer la Verdad. Yo
estoy con vosotros y oro para que lo logréis. Hijos míos, vosotros debéis orar
mucho para tener cada vez más amor y paciencia, para saber soportar el sacrificio
y ser pobres en espíritu. Mi Hijo, por medio del Espíritu Santo, está siempre
con vosotros. Su Iglesia nace en cada corazón que lo conoce. Orad para que
podáis conocer a mi Hijo, orad para que vuestra alma sea toda una con Él. ¡Esto
es la oración, este es el amor que atrae a los demás y que a vosotros os hace
mis apóstoles! Os miro con amor, con amor maternal. Os conozco, conozco
vuestros dolores y aflicciones, porque yo también he sufrido en silencio. Mi fe
me dio amor y esperanza. Repito: la Resurrección de mi Hijo y mi Asunción al
Cielo son para vosotros esperanza y amor. Por lo tanto, hijos míos, orad para
conocer la verdad, para tener una fe firme, que guíe vuestros corazones y sepa
transformar vuestros sufrimientos y dolores en amor y esperanza. ¡Os doy las
gracias!
(La Virgen María cuando dice
“Os doy las gracias” se refiere que da las gracias por haber rezado el Santo
Rosario para la paz y conversión del mundo)
“Queridos hijos! También hoy
os invito a todos a la oración. Sin la oración no podéis vivir, porque la
oración es la cadena que os acerca a Dios. Por eso, hijos míos, en la humildad
del corazón regresad a Dios y a sus Mandamientos para que podáis decir con todo
el corazón: ‘así en la Tierra como en el Cielo’. Vosotros, hijos míos, sois
libres para que en libertad os decidáis por Dios o contra Él. Ved cómo
Satanás quiere arrastraros al pecado y a la esclavitud. Por eso, hijos míos,
regresad a mi Corazón para que yo os pueda conducir a mi Hijo Jesús, que es el
Camino, la Verdad y la Vida. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
“Queridos hijos, como Madre
me siento feliz de estar en medio de vosotros, porque deseo hablaros nuevamente
de las palabras de mi Hijo y de Su amor. Espero que me aceptéis con el corazón,
porque las palabras de mi Hijo y Su amor, son la única luz y esperanza en la
oscuridad del presente. Esta es la única verdad, y vosotros, que la aceptaréis
y la viviréis, tendréis corazones puros y humildes. Mi Hijo ama a los puros y a
los humildes. Los corazones puros y humildes dan vida a las palabras de mi
Hijo: las viven, las difunden y buscan la forma de que todos las escuchen. Las
palabras de mi Hijo hacen renacer a quienes las escuchan, las palabras de mi
Hijo hacen que regresen el amor y la esperanza. Por eso, mis queridos
apóstoles, hijos míos, vivid las palabras de mi Hijo. Amaos como Él os ha
amado. Amaos en Su nombre y en Su memoria. La Iglesia progresa y crece gracias
a aquellos que escuchan las palabras de mi Hijo, gracias a aquellos que aman,
gracias a aquellos que sufren y padecen en silencio y en la esperanza de la
redención definitiva. Por eso queridos hijos míos, que las palabras de mi Hijo
y Su amor estén en el primer y último pensamiento del día. ¡Os doy las
gracias!”
(La Virgen María cuando dice
“Os doy las gracias” se refiere que da las gracias por haber rezado el Santo
Rosario para la paz y conversión del mundo)
“Queridos hijos, también hoy
os traigo en mis brazos a mi Hijo Jesús y desde este abrazo os doy Su paz y el
anhelo por el Cielo. Oro con vosotros por la paz y os invito a ser paz. Os
bendigo a todos con mi bendición maternal de paz. ¡Gracias por haber respondido
a mi llamada!”
“Queridos hijos, de nuevo
quiero hablaros del amor. Os he reunido en torno a mí, en Nombre de mi Hijo,
según Su voluntad. Quiero que vuestra fe sea firme y que provenga del amor,
porque mis hijos que comprenden el amor de mi Hijo y lo siguen, viven en el amor
y en la esperanza. Ellos han conocido el amor de Dios. Por eso, hijos míos,
orad, orad para que podáis amar más y hacer obras de amor, porque la fe sola,
sin amor y sin obras de amor, no es lo que busco de vosotros. Hijos míos, esa
es una apariencia de fe, eso es vanagloriarse. Mi Hijo pide fe y obras, amor y
bondad. Yo oro y os pido también a vosotros, que oréis y viváis el amor, porque
quiero que mi Hijo, cuando mire los corazones de todos mis hijos, pueda ver en
ellos amor y bondad, y no odio ni indiferencia. Queridos hijos, apóstoles de mi
amor, no perdáis la esperanza, no pierdáis la fuerza, vosotros podéis lograrlo.
Yo os aliento y os bendigo, porque todas las cosas de esta tierra –que
desgraciadamente muchos hijos míos ponen en el primer lugar– desaparecerán, y
permanecerán solo el amor y las obras de amor, que os abrirán las puertas del
Reino de los Cielos. Yo os estaré esperando en Esas puertas. En Esas puertas
quiero esperar y abrazar a todos mis hijos. ¡Os doy las gracias!”
(La Virgen María cuando dice
“Os doy las gracias” se refiere que da las gracias por haber rezado el Santo
Rosario para la paz y conversión del mundo)
“Queridos hijos! Mi oración
también hoy es para todos vosotros, especialmente para aquellos que se han
vuelto duros de corazón a mi llamada. Vosotros vivís días de gracia y no sois
conscientes de los dones que Dios os da a través de mi presencia. Hijos míos,
decidíos también hoy por la santidad y tomad el ejemplo de los santos de estos
tiempos y veréis que la santidad es una realidad para todos vosotros.
Regocijaos en el amor, hijos míos, porque vosotros sois únicos e insustituibles
ante los ojos de Dios, porque sois la alegría de Dios en este mundo.
Testimoniad la paz, la oración y el amor. Gracias por haber respondido a mi
llamada.”
“Queridos hijos: aquí estoy
entre vosotros para alentaros, para llenaros con mi amor y para invitaros
nuevamente a ser testigos del amor de mi Hijo. Muchos de mis hijos no tienen
esperanza, no tienen paz, no tienen amor. Ellos buscan a mi Hijo, pero no saben
cómo ni dónde encontrarlo. Mi Hijo les abre a ellos sus brazos, y vosotros
debéis ayudarles a que lleguen a Su abrazo. Hijos míos, por eso debéis orar por
el amor. Debéis orar mucho, mucho para que siempre tengáis vosotros más amor,
porque el amor vence a la muerte y hace que la vida perdure.
Apóstoles de mi amor, hijos
míos, con un corazón simple y sincero, uníos siempre en oración por muy lejos
que estéis los unos de los otros. Animaos mutuamente en el crecimiento
espiritual, como yo os animo a vosotros. Yo velo por vosotros y estoy junto a
vosotros siempre que pensáis en mí.
Orad también por vuestros
pastores: por aquellos que han renunciado a todo por mi Hijo y por vosotros.
¡Amadlos y orad por ellos! El Padre Celestial escucha vuestras oraciones. ¡Os
doy las gracias!”
(La Virgen María cuando dice
“Os doy las gracias” se refiere que da las gracias por haber rezado el Santo
Rosario para la paz y conversión del mundo)
“Queridos hijos, también hoy
oro al Espíritu Santo para que llene vuestros corazones con una fe firme. La
oración y la fe llenarán vuestro corazón de amor y de alegría, y vosotros
seréis una señal para aquellos que están lejos de Dios. Hijos míos, exhortaos
unos a otros a la oración con el corazón, para que la oración llene vuestra
vida, y vosotros, hijos míos, cada día seréis, sobre todo, testigos del
servicio a Dios en la adoración y al prójimo en la necesidad. Yo estoy con
vosotros e intercedo por todos vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi
llamada!”