Lo que Dios quiere

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Dios siempre ha querido que mediante la iglesia, en la eucaristía, todas las comunidades sean uno sólo en Cristo y sólo así Jesús nos lleve a la gloria del Padre, con mayor razón a partir de cuando recibimos la eucaristía, pues allí toda la iglesia es una sola en Cristo, por ello debemos aceptarnos los unos a los otros por amor, quienes participamos en la eucaristía, porque Dios es amor.

Esta fórmula de ser uno sólo con Jesús en el sacramento eucarístico, es cuando en la tierra se hace presente el Reino de Dios. Debido a que este tipo de unión y comunión de los hombres con el Creador y Rey del Universo, por amor, es la característica principal de todo el Reino de los Cielos; pues es Dios mismo quien se ofrece por amor, a todos los que desean ser como Cristo y salvar su alma para la vida eterna.

Por lo tanto no hay excusa para no aceptar al hermano o al vecino, cuando en la eucaristía participa cualquier persona, por ello debemos aceptar a nuestro prójimo o próximo a nosotros, especialmente a las personas que participan con nosotros en la eucaristía.